La tiranía del optimismo en confinamiento

Desde algunas tendencias actuales de autoayuda  se ha llegado a defender la idea de que es suficiente con pensar en positivo, y desear con fuerza algo para finalmente obtenerlo. Este tipo de afirmaciones, lejos de tener alguna base científica o real, conducen en muchas ocasiones a la opinión generalizada de que alcanzar la felicidad es sencillo, y que basta con conocer dos o tres trucos para conseguirlo. La moda actual de este tipo de corrientes pseudocientíficas mueve millones de euros al año, y se ha extendido como la pólvora en los últimos años. Flaco favor que le hacen a disciplinas más consolidadas, de carácter mucho más riguroso como la psicología científica positiva.

La consecuencia es que, lejos de suponer alivio o mejora del bienestar, la persona puede acabar sintiéndose más frustrada, pues  parece que desde esta perspectiva, el único y exclusivo responsable de la propia felicidad es uno mismo. Así las cosas, aquellas personas que no logran alcanzar cierta satisfacción personal, se convierten en los culpables de su propio sufrimiento. ¿Acaso no influye el entorno? ¿Acaso todos los problemas pueden sobrellevarse con positividad, sin sufrimiento, con fortaleza y con éxito? ¿Acaso una situación hostil y difícil como la actual no puede hacer que se tambalee nuestra propia felicidad y nuestra gestión emocional?

Negar la influencia del entorno sobre nuestra capacidad de adaptación y autoajuste es, sencillamente, negar la realidad. Por esta razón, frente a las tendencias que justifican la tiranía del positivismo, se debe dejar claro que la felicidad y el bienestar es consecuencia de la interacción de circunstancias ambientales y personales.

Así las cosas, en ocasiones como la actual, la influencia que tenemos sobre el devenir de los acontecimientos o las circunstancias ambientales es limitada, o incluso inexistente. Reconocer este hecho nos permite aligerar la carga de la responsabilidad, y reconocer que las emociones de rabia, tristeza, ansiedad o frustración que pueden sobrevenir son perfectamente normales y lógicas.

Y una vez interiorizado este pensamiento, podremos, como siempre, incidir sobre los aspectos internos y personales para sobrellevar esta situación, e incluso sacar partido de ella, pero siempre desde la amabilidad y la paciencia con uno mismo, reconociendo que habrá días buenos y malos, mejores y peores.

Desde esta perspectiva, las estrategias basadas en la inteligencia intrapersonal, la autogestión emocional y el trabajo cognitivo son múltiples y muy efectivas. La capacidad de adaptación y resiliencia del ser humano es más que evidente, y dispone de todo el potencial para hacer frente a todo tipo de situaciones hostiles y negativas. Incluso, también, en una situación de confinamiento como la actual. Dejemos por tanto a un lado la tiranía del optimismo, y reconozcamos también la influencia ambiental sobre nosotros. De esta forma, la efectividad de los recursos de afrontamiento y las estrategias que llevemos a cabo será, si cabe, más significativa y reveladora.