- Pedro, recuerda que mañana es el curso de trabajo en equipo.
- Si, lo tengo apuntado en la agenda desde hace unas semanas. Mira que he intentado escaquearme, pero no ha habido manera. Estos de Recursos Humanos, que ya sabes que cuando se ponen…
- Ya, ya lo sé. Y no se les ocurre otra que programarlo ahora, cuando más trabajo hay. Y tenemos que estar dos días fuera del puesto, la cantidad de trabajo que vamos a tener después…
- Sí, y nos dirán que nos tenemos que quedar, y venga a echar horas…Y después? Van a venir los de RRHH a agradecernos el curro, o a premiarnos, o algo?
- Jaja, pues ya sabes que no!! Pareces nuevo!!
- Y encima trabajo en equipo, joer, si nosotros trabajaos bien en equipo, si nos llevamos genial…
- …
La formación en habilidades puede ser percibida por ciertos profesionales como un obstáculo para la realización de su trabajo, más que como una ayuda. Para otros, puede suponer una pérdida de tiempo, y para otros muchos, simplemente, un aspecto superfluo en su desempeño profesional.
A pesar de que las herramientas y estrategias analizadas y entrenadas en los cursos de capacitación han demostrado su valía, y permiten alcanzar elevados resultados de calidad, su efecto no es inmediato, y para que demuestren su utilidad es necesario una premisa imprescindible, una condición necesaria pero no suficiente para que se produzca el cambio, el desarrollo, o el aprendizaje. Estas son solamente algunas de las razones que originan ese escepticismo en ciertos entornos profesionales.
Se hace necesario que el propio profesional reconozca la importancia de las soft skills en el puesto de trabajo, se requiere que el equipo sea consciente de que la capacidad de comunicación, de gestión emocional, de gestión del tiempo o de análisis de problemas y toma de decisiones son aspectos fundamentales, o al menos significativamente importantes, para un desempeño excelente. Y esto solamente por poner algunos ejemplos. Pero sin esa predisposición inicial, sin esa apertura al aprendizaje, el desarrollo será muy complicado que pueda producirse.
Por estas razones, las metodologías de formación que verdaderamente funcionan en el desarrollo de habilidades, son aquellas que ofrecen no solamente procedimientos y herramientas de mejora, sino que parten de una sensibilización o concienciación acerca de la importancia de tales estrategias.
El método formativo y la habilidad del ponente serán, por tanto, claves para contribuir o permitir que el desarrollo efectivo de habilidades se produzca. En caso contrario, la formación será solamente una presentación de recursos que para el profesional escéptico sonarán vacíos, inútiles y carentes de significado práctico o de aplicación útil.