Desafíos y retos del teletrabajo

En España, hasta hace unos días, menos del 5% de los profesionales desempeñaba su trabajo a distancia, en la modalidad de teletrabajo. Sin embargo, las circunstancias actuales han forzado a las empresas a adaptarse y los trabajadores se han visto en la necesidad a enfrentarse a una realidad desconocida hasta el momento.

Lo que hasta hace bien poco era un deseo bastante generalizado en la población activa, se ha convertido en una necesidad abrupta, impuesta por variables externas y posiblemente en muchos casos sin tiempo para adaptarse. Además, el clima actual de incertidumbre, sobreinformación y preocupación generalizada no constituye el mejor de los escenarios para desempeñar el trabajo de la manera más eficiente.

Aunque el teletrabajo tiene muchas ventajas, también tiene inconvenientes, y en un contexto como el actual, es útil que se analicen los riesgos específicos y posibles obstáculos a los que deberán hacer frente estos profesionales:

–      Falta de experiencia en esta modalidad laboral.

–      Comunicación organizacional e interpersonal limitada.

–      Distracciones externas, interrupciones y variables ambientales.

–      Dificultades derivadas de la posible falta de responsabilidad o disciplina personal.

–      Falta de experiencia en el uso de herramientas tecnológicas de teletrabajo y/o problemas técnicos.

–      Reacciones y respuestas emocionales y cognitivas poco adaptativas, provocadas por la problemática social actual.

Por supuesto que existen estrategias para influir sobre el ambiente, para hacerlo más “amable” y adecuado. Sin embargo, cuando no es posible modificar las variables externas, la energía debe dirigirse en una dirección diferente. El esfuerzo debe orientarse hacia uno mismo, poniendo en marcha estrategias intrapersonales que hagan frente a esas circunstancias.

Teletrabajar en la actualidad, en una situación de incertidumbre, con apenas experiencia en ello, y sin haberlo buscado, puede constituir una situación difícil para muchos profesionales. La persona tendrá que poner en marcha todos sus recursos de afrontamiento para gestionar de la mejor manera posible este cambio. Aunque un cambio de este tipo puede provocar miedo, malestar y cierto vértigo, lo cierto es que en la mayor parte de las ocasiones, el profesional puede salir reforzado y con mayores recursos.  Esta experiencia, es una oportunidad para que la persona adquiera nuevas habilidades, se renueve, crezca como profesional (y como persona), se supere a sí mismo y además se haga más fuerte, más resiliente.

De todas formas, una vez más, alcanzar el éxito, y  conseguir tales beneficios, no dependerá tanto de las circunstancias ambientales o externas, sino de las habilidades y recursos de afrontamiento de la persona.