Recuerda tu primera experiencia profesional o el último proyecto laboral en el que estás involucrado…
Es posible que, si el proyecto no te atraía, posiblemente esos niveles de motivación fuesen muy bajos. Pero lo cierto es que generalmente esta etapa se inicia con ganas e ilusión, y casi con toda seguridad, los primeros meses estuvieron cargados de motivación, satisfacción y alegría.
Por otro lado, sea como fuera, poco o muy poco sabemos de cómo hacer las cosas, de cómo desenvolvernos en ese entorno, o de cómo aplicar lo poco que sabemos en un nuevo proyecto.
Pero también es cierto que tu nivel de motivación es el más alto de los que alcanzarás realizando esa tarea o ese trabajo concreto. Y esto es así, en parte, porque todavía no has descubierto los aspectos negativos del trabajo en cuestión.
Las primeras etapas de desarrollo profesional son así, se vive con una muy elevada motivación, pero muy bajo conocimiento. Y a medida que pasa el tiempo, las cosas cambian. Empezamos a ver aspectos de esa realidad que ya no nos satisfacen tanto, o que sencillamente nos molestan. Comenzamos a darnos cuenta de que ese proyecto no es tan bonito como se pensaba. Por eso, con el tiempo, la probabilidad de conflictos (internos y externos) aumenta, la insatisfacción se incrementa, y los niveles de motivación descienden, debido en parte a que conoces más cosas sobre esa situación o entorno laboral.
Llegados a este punto, es posible que decidas abandonar el proyecto y el proceso podría repetirse (si iniciar un nuevo trabajo). Sin embargo, si decides continuar en ese entorno (sea por el motivo que sea), puede ocurrir que te dejes llevar por el desánimo, el conformismo o la insatisfacción crónica, o puede que, en el mejor de los casos, trates de gestionar tus conflictos internos y externos para salir adelante y recuperar unos niveles de motivación que te conduzcan a una mayor satisfacción.
En este caso, y después de un período de adaptación que puede ser más o menos prolongado, conocerás a la perfección la realidad de tu trabajo, y tus niveles de motivación (aún sin ser tan altos como al principio) serán lo suficientemente elevados y estables como para asegurar el mejor de los rendimientos, y el mejor de los ajustes. Por lo tanto, habrás conseguido por tanto estar plenamente adaptado a esa situación.
Este proceso de desarrollo profesional en la empresa tiende a darse y repetirse no solamente de forma general, sino de manera más patente y acusada en cada una de las funciones y tareas que desarrollas en tu puesto, siendo posible el retroceso y los cambios a lo largo del tiempo. En todo caso, tanto tu responsabilidad como de la empresa (además de los departamentos de rrhh y profesionales externos) es adaptar las políticas, estrategias y comportamientos que se lleven a cabo de una u otra parte, y según el momento en el que te encuentres, y según tus características propias e idiosincrasia particular.