Autoconocimiento y resiliencia

El autoconocimiento nace de las respuestas que aparecen cuando la persona se pregunta, ¿quién soy? Es el punto de partida de cualquier tipo de desarrollo personal, uno de los principios básicos para la regulación emocional, la adaptación al entorno, la consecución de metas y la relación con los demás. Es por tanto, una condición esencial para el enfrentamiento de situaciones difíciles como la actual, y uno de los componentes esenciales de la resiliencia.

Pero llegar al verdadero autoconocimiento no es tarea sencilla. Cuando nos preguntamos acerca de quienes somos, en ocasiones nos limitamos a reconocer los rasgos más aparentes de nuestra personalidad, o de nuestro comportamiento. Sin embargo,  el auténtico autoconocimiento va más allá, porque supone realizar un análisis profundo para llegar a la verdadera naturaleza y esencia. Supone, por tanto, además de reconocer esos rasgos aparentes, identificar otras variables como deseos, valores, principios, creencias, estilos cognitivos o emociones. El problema es que estos aspectos a veces no son tan accesibles, y pueden quedar escondidos bajo las expectativas de otras personas o de las situaciones que vivimos.

Otra de las barreras que nos encontramos para el autoconocimiento es que preferimos desechar la visión de nosotros mismos que no nos agrada, y tratamos de minimizar o directamente eliminar aquellos aspectos internos que no nos gustan, lo cual resta objetividad y realismo al conocimiento que tenemos sobre nuestra naturaleza más esencial y definitoria .

Se puede afirmar que si la persona no se analiza de manera profunda, sincera, reflexiva y a lo largo del tiempo, es muy probable que el autoconocimiento no llegue a desarrollarse completamente, lo que reducirá la probabilidad de encontrar satisfacción y alcanzar cierto bienestar psicológico. Y si hablamos de afrontamiento de problemas y acontecimientos potencialmente traumáticos como la pandemia actual, la persona tendrá una base mucho menos efectiva para salir airoso de la situación, y encontrar el camino.

Se hace pues muy recomendable emprender el camino para llegar a conocerse en profundidad, a partir de la reflexión y autoanálisis. Desde esta perspectiva, todo ejercicio encaminado a desvelar aspectos de nuestra forma de ser, de comportarnos, de sentir o de reaccionar, en diferentes situaciones y a lo largo del tiempo, puede constituirse como un ejercicio apropiado para estimular el autoconocimiento.

En ese ejercicio de autoanálisis, hay muchas preguntas que nos podemos lanzar para llegar a ese descubrimiento ¿Cómo me siento con respecto a mi pasado? ¿Cómo me siento con respecto a la pandemia actual? ¿Cuáles son las cualidades que más me gustan de mí? ¿Cuáles son las principales áreas de mejora que tengo?¿Qué me hacen sentir las personas con las que me relaciono? ¿Qué es lo que más me gusta de ellas? ¿Y lo que me cuesta más trabajo aceptar?¿Cómo reacciono frente al estrés? ¿Qué fue lo que hice, lo que sentí, lo que me pasó en el último problema que tuve? ¿Qué puedo aprender de ello? ¿Cuáles son las cosas que más me decepcionan? ¿Y lo que me hace vibrar? ¿Qué valores son importantes para mi? ¿Qué quiero conseguir en mi vida, en mi trabajo, con mi gente?¿Qué podría hacer para cambiar lo que no me gusta de mi vida?, etc.

Reservar tiempos en los que podamos reflexionar acerca de cuestiones profundas mediante las preguntas adecuadas puede ser una primera aproximación al desarrollo del autoconocimiento. Y la crisis actual, en la que quizás tengamos más tiempo para hacerlo, puede ser una oportunidad más que la vida nos brinda en el camino del autodescubrimiento. De nosotros depende si queremos aprovecharla, o no.

La tiranía del optimismo en confinamiento

Desde algunas tendencias actuales de autoayuda  se ha llegado a defender la idea de que es suficiente con pensar en positivo, y desear con fuerza algo para finalmente obtenerlo. Este tipo de afirmaciones, lejos de tener alguna base científica o real, conducen en muchas ocasiones a la opinión generalizada de que alcanzar la felicidad es sencillo, y que basta con conocer dos o tres trucos para conseguirlo. La moda actual de este tipo de corrientes pseudocientíficas mueve millones de euros al año, y se ha extendido como la pólvora en los últimos años. Flaco favor que le hacen a disciplinas más consolidadas, de carácter mucho más riguroso como la psicología científica positiva.

La consecuencia es que, lejos de suponer alivio o mejora del bienestar, la persona puede acabar sintiéndose más frustrada, pues  parece que desde esta perspectiva, el único y exclusivo responsable de la propia felicidad es uno mismo. Así las cosas, aquellas personas que no logran alcanzar cierta satisfacción personal, se convierten en los culpables de su propio sufrimiento. ¿Acaso no influye el entorno? ¿Acaso todos los problemas pueden sobrellevarse con positividad, sin sufrimiento, con fortaleza y con éxito? ¿Acaso una situación hostil y difícil como la actual no puede hacer que se tambalee nuestra propia felicidad y nuestra gestión emocional?

Negar la influencia del entorno sobre nuestra capacidad de adaptación y autoajuste es, sencillamente, negar la realidad. Por esta razón, frente a las tendencias que justifican la tiranía del positivismo, se debe dejar claro que la felicidad y el bienestar es consecuencia de la interacción de circunstancias ambientales y personales.

Así las cosas, en ocasiones como la actual, la influencia que tenemos sobre el devenir de los acontecimientos o las circunstancias ambientales es limitada, o incluso inexistente. Reconocer este hecho nos permite aligerar la carga de la responsabilidad, y reconocer que las emociones de rabia, tristeza, ansiedad o frustración que pueden sobrevenir son perfectamente normales y lógicas.

Y una vez interiorizado este pensamiento, podremos, como siempre, incidir sobre los aspectos internos y personales para sobrellevar esta situación, e incluso sacar partido de ella, pero siempre desde la amabilidad y la paciencia con uno mismo, reconociendo que habrá días buenos y malos, mejores y peores.

Desde esta perspectiva, las estrategias basadas en la inteligencia intrapersonal, la autogestión emocional y el trabajo cognitivo son múltiples y muy efectivas. La capacidad de adaptación y resiliencia del ser humano es más que evidente, y dispone de todo el potencial para hacer frente a todo tipo de situaciones hostiles y negativas. Incluso, también, en una situación de confinamiento como la actual. Dejemos por tanto a un lado la tiranía del optimismo, y reconozcamos también la influencia ambiental sobre nosotros. De esta forma, la efectividad de los recursos de afrontamiento y las estrategias que llevemos a cabo será, si cabe, más significativa y reveladora.

Consejos para teletrabajar de manera productiva

Como comentábamos en la entrada anterior, la mayor o menor probabilidad de alcanzar un buen rendimiento en el trabajo a distancia o teletrabajo, y de explotar al máximo sus ventajas y aprendizajes dependerá en mayor medida de las destrezas y recursos de afrontamiento de la persona. 

Desde esta perspectiva, hay algunas habilidades y estrategias que el profesional puede poner en marcha con el fin de adaptarse de la mejor manera posible al teletrabajo, en las circunstancias complicadas de la actualidad:

  • Planificación de la jornada laboral: Al igual que sucede en la oficina, es muy recomendable crear rutinas de trabajo, y programar las actividades de acuerdo al horario establecido, y en función de la importancia y la urgencia de las tareas. Además, es muy útil hacer una buena estimación del tiempo que ocupará cada actividad, teniendo en cuenta posibles distracciones o interrupciones (sobre todo si los hijos están en casa) y programar los trabajos en la franja horaria más adecuada según las fluctuaciones de nuestra capacidad de concentración y variables externas.
  • A la hora de priorizar y planificar la agenda, las principales variables a considerar son la importancia y la urgencia. Sin embargo, puede resultar efectivo comenzar la jornada con las tareas que puedan resultar más tediosas o menos agradables. De esta forma, el resto de la jornada puede hacerse más llevadero y motivador.
  • Es fundamental separar las tareas y actividades del hogar de las que son puramente profesionales. Una vez más, una correcta planificación de ambas realidades, incrementará el rendimiento y la efectividad. El procesamiento de la información en el cerebro es secuencial, y los trabajadores de mayor éxito procuran acometer las tareas de manera ordenada, agrupando los temas relacionados, y sin abrir demasiados frentes. La multitarea resulta contraproducente, y si además son aspectos tan separados como la realidad personal y profesional, el resultado es todavía más negativo.
  • Potenciar la disciplina y responsabilidad individual. Para teletrabajar, es casi necesario tener disciplina, y si no se tiene, desarrollarla. Establecer metas a corto plazo, potenciar la autoestima, eliminar tentaciones y crear hábitos puede ayudar al profesional a conseguirlo.
  • Explotar y aprovechar al máximo los canales de comunicación. La comunicación interpersonal face to face resulta ser la más efectiva para la interacción humana, la comprensión del mensaje, la puesta en común de ideas, la toma de decisiones en común, o el trabajo en equipo, entre otras. En estos casos, se puede apostar por la videoconferencia. De todas formas, cuando no es posible apostar por ella, o cuando el objetivo planteado se puede alcanzar a través de otro canal de comunicación, se puede recurrir al teléfono, o al correo electrónico.
  • Para evitar la posible sensación de aislamiento, y sobre todo para aquellos profesionales acostumbrados al contacto y a la interacción constante, se pueden aprovechar los descansos para comentar algo con las personas que estén en casa (con autodisciplina), hacer alguna llamada personal (breve), ver o escuchar algún programa de entrevistas en la tele o radio durante unos minutos, etc.
  • Utilizar estrategias de relajación, distracción o mindfulness con el fin de hacer frente a posibles respuestas de distrés derivadas de la situación de cambio.

Por último, con el fin de evitar posibles reacciones emocionales o cognitivas poco adaptativas (derivadas de la situación social actual) es recomendable seguir las recomendaciones indicadas por el colegio oficial de psicólogos.

Desafíos y retos del teletrabajo

En España, hasta hace unos días, menos del 5% de los profesionales desempeñaba su trabajo a distancia, en la modalidad de teletrabajo. Sin embargo, las circunstancias actuales han forzado a las empresas a adaptarse y los trabajadores se han visto en la necesidad a enfrentarse a una realidad desconocida hasta el momento.

Lo que hasta hace bien poco era un deseo bastante generalizado en la población activa, se ha convertido en una necesidad abrupta, impuesta por variables externas y posiblemente en muchos casos sin tiempo para adaptarse. Además, el clima actual de incertidumbre, sobreinformación y preocupación generalizada no constituye el mejor de los escenarios para desempeñar el trabajo de la manera más eficiente.

Aunque el teletrabajo tiene muchas ventajas, también tiene inconvenientes, y en un contexto como el actual, es útil que se analicen los riesgos específicos y posibles obstáculos a los que deberán hacer frente estos profesionales:

–      Falta de experiencia en esta modalidad laboral.

–      Comunicación organizacional e interpersonal limitada.

–      Distracciones externas, interrupciones y variables ambientales.

–      Dificultades derivadas de la posible falta de responsabilidad o disciplina personal.

–      Falta de experiencia en el uso de herramientas tecnológicas de teletrabajo y/o problemas técnicos.

–      Reacciones y respuestas emocionales y cognitivas poco adaptativas, provocadas por la problemática social actual.

Por supuesto que existen estrategias para influir sobre el ambiente, para hacerlo más “amable” y adecuado. Sin embargo, cuando no es posible modificar las variables externas, la energía debe dirigirse en una dirección diferente. El esfuerzo debe orientarse hacia uno mismo, poniendo en marcha estrategias intrapersonales que hagan frente a esas circunstancias.

Teletrabajar en la actualidad, en una situación de incertidumbre, con apenas experiencia en ello, y sin haberlo buscado, puede constituir una situación difícil para muchos profesionales. La persona tendrá que poner en marcha todos sus recursos de afrontamiento para gestionar de la mejor manera posible este cambio. Aunque un cambio de este tipo puede provocar miedo, malestar y cierto vértigo, lo cierto es que en la mayor parte de las ocasiones, el profesional puede salir reforzado y con mayores recursos.  Esta experiencia, es una oportunidad para que la persona adquiera nuevas habilidades, se renueve, crezca como profesional (y como persona), se supere a sí mismo y además se haga más fuerte, más resiliente.

De todas formas, una vez más, alcanzar el éxito, y  conseguir tales beneficios, no dependerá tanto de las circunstancias ambientales o externas, sino de las habilidades y recursos de afrontamiento de la persona.

Escepticismo en el desarrollo de habilidades

  • Pedro, recuerda que mañana es el curso de trabajo en equipo.
  • Si, lo tengo apuntado en la agenda desde hace unas semanas. Mira que he intentado escaquearme, pero no ha habido manera. Estos de Recursos Humanos, que ya sabes que cuando se ponen…
  • Ya, ya lo sé. Y no se les ocurre otra que programarlo ahora, cuando más trabajo hay. Y tenemos que estar dos días fuera del puesto, la cantidad de trabajo que vamos a tener después…
  • Sí, y nos dirán que nos tenemos que quedar, y venga a echar horas…Y después? Van a venir los de RRHH a agradecernos el curro, o a premiarnos, o algo?
  • Jaja, pues ya sabes que no!! Pareces nuevo!!
  • Y encima trabajo en equipo, joer, si nosotros trabajaos bien en equipo, si nos llevamos genial…

La formación en habilidades puede ser percibida por ciertos profesionales como un obstáculo para la realización de su trabajo, más que como una ayuda. Para otros, puede suponer una pérdida de tiempo, y para otros muchos, simplemente, un aspecto superfluo en  su desempeño profesional.

A pesar de que las herramientas y estrategias analizadas y entrenadas en los cursos de capacitación han demostrado su valía, y permiten alcanzar elevados resultados de calidad, su efecto no es inmediato, y para que demuestren su utilidad es necesario una premisa imprescindible, una condición necesaria pero no suficiente para que se produzca el cambio, el desarrollo, o el aprendizaje. Estas son solamente algunas de las razones que originan ese escepticismo en ciertos entornos profesionales.

Se hace necesario que el propio profesional reconozca la importancia de las soft skills en el puesto de trabajo, se requiere que el equipo sea consciente de que la capacidad de comunicación, de gestión emocional, de gestión del tiempo o de análisis de problemas y toma de decisiones son aspectos fundamentales, o al menos significativamente importantes, para un desempeño excelente. Y esto solamente por poner algunos ejemplos. Pero sin esa predisposición inicial, sin esa apertura al aprendizaje, el desarrollo será muy complicado que pueda producirse.

Por estas razones, las metodologías de formación que verdaderamente funcionan en el desarrollo de habilidades, son aquellas que ofrecen no solamente procedimientos y herramientas de mejora, sino que parten de una sensibilización o concienciación acerca de la importancia de tales estrategias.

El método formativo y la habilidad del ponente serán, por tanto, claves para contribuir o permitir que el desarrollo efectivo de habilidades se produzca. En caso contrario, la formación será solamente una presentación de recursos que para el profesional escéptico sonarán vacíos, inútiles y carentes de significado práctico o de aplicación útil.